domingo, 3 de julio de 2011

Los amantes...

Parte 1 de 2. (No te pierdas la esencia, el mensaje del relato en la 2)

Era la una de la madrugada, Claudio llevaba diez minutos aguardando a Lucia, su amante de años, sentado junto a la barra del Bar. Con una copa de whiski en su mano giró el taburete quedando con la vista hacia el interior del lugar, las luces eran tenues, íntimas, no más de cinco parejas se hallaban en las mesas de los rincones, algunas conversaban abrazadas, mientras otras se fundían por momentos en besos. A su derecha había una pequeña pista vacía, la música lenta, sonaba con letras de amor. Miró luego hacia la vidriera.

– Debe estar por llegar pensó, –El barman, Leo, con su cara de jugador de poker preguntó – ¿Vendrá? - No lo dude, ella es mi incondicional. – Contestó sin volver la cabeza, ¿Me tiene preparada la suite principal? – Inquirió. – Tal como la pidió. – Respondió Leo. (El lugar era la fachada a la calle, de un espléndido hotel alojamiento.)

Un taxi detiene su marcha junto al cordón, se abre la puerta de atrás, unas piernas conocidas asoman – Ya está aquí, se dijo a la vez que se ponía de pie y antes de que ella terminara de descender, – Está cada vez mejor, pensó, mientras su pulso, se aceleraba, la vio venir, radiante como en tantos encuentros anteriores. Su pollera suelta, quince centímetros por encima de las rodillas, una blusa blanca no muy escotada, que ocultaba aquello que a él entregaba. – La mujer Ingresó, buscándole, al verlo esbozó una sonrisa, acercándose con movimientos provocativos, los hombres de alrededor volcaron su atención para mirarla. –Chacales, se dijo para sí Claudio, es mía, solo mía.

– Lucia lo alcanzó pegando el cuerpo al suyo, la sonrisa de los dos pugnaba por contenerse. – Tomándolo de la camisa alzo sus pies, mirándolo a los ojos, él inclinó la cabeza, la tomo por la cintura hundiendo lentamente sus labios en esa boca roja.
- Humm, dijo al separarse. – Me matas mujer, ansiaba tenerte en mi brazos, - también yo, porqué crees que vengo acalorada. – Repuso ella. - ¿Quieres tomar algo?- Preguntó él.
–Una crema helada batida con champagne. – Al instante la pidió.
– Mi corazón dio un brinco cuando te acercaste a mí.- Afirmó Claudio. – ¿Solo el corazón? Espetó ella, noté algo más cuando me abrazabas. – Eres terrible, dijo él, siempre tan, tan,…tu misma.

Se sentaron luego en una de las mesas, frente a frente, tomándose de las manos, Claudio, jugaba con sus dedos mientras los acariciaba.
– Te extrañé amor, ¿Como estás? – Bien, más ahora que he llegado, vivo pensando en ti, le contestó mirándolo con dulzura – También yo, estos encuentros furtivos, aún espaciados, dan vida a mi vida. - ¿No temes que tu marido se entere? No, y tú, ¿Que tu mujer lo sepa? – Tampoco, respondió, con segundos de seriedad en el rostro. Continuaron charlando hasta que él dijo.
– Escucha la música, ¿Quieres bailar?
- Sábes que me gusta. – Afirmó ella mientras ingresaban en el ruedo, juntitos los dos, moviéndose con pasos sensuales. Cada tanto el deslizaba su mano por debajo de su falda, dándole suaves caricias en las nalgas, a la vez susurraba palabras en sus oídos, ella reía. - Mira que voy a hundir mis besos en ti cuando estemos solos, allí detrás. – Afirmó él. - ¿No me digas? ¿Por qué no hacemos más cortito el baile? – Preguntó ella.- Me enloquece que lo pidas. – Replicó Claudio, mientras se encaminaban a pedir el acceso al placer que ambos deseaban.

Continúa y termina en parte 2

No acostumbro a escribir este tipo de historias, como ya lo dije en mi post anterior, luego de meses alejado del ordenador debo entrar en ritmo. No te enojes con los amantes, síguelos para ver el final de esta noche de pasión y juegos con un final feliz.