jueves, 28 de febrero de 2013

PREMONICIÓN ...¿O, QUÉ?


Marcos salió de la oficina con  aire acondicionado hacia la calle, al pisar la vereda una ola de calor, como de un horno abierto lo recibió. Pasó de 23 a 37 ºC en el exterior. Fue caminando por la vereda entre la gente que iba y venía. Bajo la sombra de un árbol vio a una mujer joven sentada en el piso, amamantando a un bebé, mientras lo sostenía con un brazo, extendía el otro pidiendo limosnas. Sacó su billetera poniendo en su mano un billete grande, ella lo miró sorprendida. – Gracias señor, que Dios se lo pague. -Que Dios la bendiga a usted para que no tenga que salir más a mendigar. – Replicó él antes de continuar su camino. Al llegar a la esquina dio la vuelta sobre la avenida, deteniéndose en la parada de transporte colectivo.
Al igual que varias personas se ubicó debajo de una marquesina que estaba frente a un negocio. A los cinco minutos se detuvo un colectivo en el que subieron todos los demás, ya que no era el ramal que esperaba. Una joven madre con un niño de guardapolvo blanco se ubicó cerca de él. Llevaba quince  minutos esperando, sus ojos inquietos recorrían los vehículos que pasaban, y los frentes de los edificios de altura. 

En el peregrinar de su mirada, la dirigió hacia arriba, la marquesina que los cubría era de listones de chapa esmaltada color azul, le faltaba un par de ellos  por lo que pudo ver el hormigón de la loza. Se hallaba en esa posición cuando comenzó a experimentar latidos fuertes del corazón, el pecho le dolía, entraba en un estado de angustia, quería huir de allí. Tomó a la mujer del brazo, y la arrastro junto al niño a una vereda más. Ella gritaba ¿Qué hace? ¿Está loco? Él sintió que se calmaba  de su supuesto ataque de pánico. Antes que pudiera articular una palabra, con ojos desorbitados vieron caer la mampara sobre la vereda, en medio de una explosión se levantó una polvareda. No hubo víctimas fatales ni heridos, pensar que veinte minutos antes había como ocho personas debajo de ella. En pocos minutos llegó la policía, una ambulancia, los bomberos, el tráfico disminuía la velocidad para ver que había sucedido. 
La mujer con el niño, le preguntó ¿Cómo supo que se iba a caer? ¡¡Nos salvó la vida!! Señora le aseguro que no tengo la menor idea, nunca me pasó algo así, fue como una premonición. Ella lo abrazó, gracias, gracias, repitió. Marcos se despidió con un beso en la mejilla del niño y emprendió una caminata para distenderse. 

Mientras caminaba recordaba lo que le dijo la mujer que amamantaba al niño, “Que Dios se lo pague” ¿Tendrá algo que ver? Se preguntaba… 

Amigo visitante agradezco tu visita, escribo poco y visito poco. Hasta pronto.