miércoles, 31 de julio de 2013

La paloma y los niños.

Mi niño entró con dos amigos suyos, estaban alterados, conmovidos. ¡¡La mataron, la mataron!! – repetían. 
Tranquilos ¿Qué ocurrió? ¿A quién mataron? – pregunté. A la paloma, unos chicos con gomera le tiraron y la mataron, quedó allí en la calle – lo decían a dos voces. Salí con ellos a la acera, pude ver   alejarse a los otros, eran cuatro con gomeras (hondas) por su aspecto no eran de la zona. ¿Por qué mataron la paloma? – me preguntaban los niños. Porqué sus padres no les han enseñado el valor de la vida, ni del amor por cada cosa que la naturaleza nos da para cuidar – respondí. Estaban muy compungidos, nos paramos alrededor de la blanca paloma que yacía inerte en el suelo. ¿Quieren que la sepultemos? Si, si, aquí la van a pisar los autos – respondieron. La tomé en mis manos trasladándola… con una pequeña pala cavé debajo del árbol de sauce que se hallaba en nuestra acera. Allí la dejamos, cubriéndola de  negra tierra fértil, uno de los niños armó una pequeña cruz con dos ramitas y la colocó en el lugar. ¿Porqué esos chicos son tan malos? Volvieron a preguntar. Seguramente porque les falta amor de sus padres, si siguen así,  tal vez en un par de años se estén drogando o asaltando gente – comenté. Los niños pudieron apreciar el bien y el mal, la sepultura de la paloma les dio un poco de consuelo.  

La violencia a veces comienza desde la niñez, otras se adquiere en el camino de la vida.


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