Pablo tenía mucha piel con Ana, desde que se conocieran seis
meses atrás habían sentido una mutua y gran atracción. Cada uno vivía en
su apartamento, encontrándose en el de ella dos veces durante la semana y
también los sábados. Él sabia quedarse a
dormir, partiendo para su trabajo a la mañana siguiente. Ana era insaciable en
la cama, él tenía que decirle – ¡para un poco nena, que no soy super man! No
obstante en los primero tiempos le gustaban su fuego y voracidad, estaba
enamorado y la deseaba solo para él satisfaciéndola
al máximo.
En algún momento ella le dijo – Voy a hacerte mal, no te
convengo, terminé mal con todos los hombres que tuve. Él le replicaba ¿Cómo vas
a hacerme mal si te amo y me amas? Y así continuaron los días y los meses.
Pablo trabajaba como gestor para una empresa, se movía en medio de un tráfico
por momentos infernal, llegaba, entraba y salía de bancos, industrias y comercios. Su móvil
solía sonar, pero él no podía atenderlo. Al fin de la jornada leía los
mensajes, eran todos de Ana con preguntas
como ¿Dónde estás? ¿Con quién estás? ¿Por qué no me llamas? Cuando se
encontraba con ella le explicaba que su trabajo no le permitía atender y
contestar el móvil. Ana, que trabajaba solo medio día como administrativa se
enfurecía, hasta que Pablo conseguía calmarla, como siempre con sexo ardiente de por
medio.
Cuando salían de vacaciones en fines de semana largos, los
pasaban de maravillas, sin un reproche. Pero de regreso en la gran ciudad los
celos enfermizos de ella comenzaban nuevamente. Una tarde de sábado en que él
dormía en el apartamento de ella, al despertarse notó que no estaba al lado
suyo. Se levantó y caminó hasta el Living. Allí la encontró revisando el móvil
de él. ¿Qué buscas? – preguntó. ¿Dudas de mí? No, no, exclamó ella sorprendida
en falta – Estoy buscando el teléfono de Pedro nuestro amigo. Él no le creyó,
se estaba cansando de estos controles de parte de ella. Esa misma noche se
hallaban cenando en un restaurante, disfrutando de una buena comida. De pronto
Ana luego de darse vuelta y mirar detrás de ella le pregunta con tono duro… ¿A quién estás
mirando? ¿A esa perra de atrás mío?
-¿Qué? ¿Qué dices? No miro a nadie en particular ¿Por qué
piensas así? – Porqué lo estás haciendo, ¡No me mientas! Tras decirlo vuelca su
vaso de vino sobre la mesa, se pone de pié y le grita -¡Mentiroso! A
continuación se retira del lugar. Toda la gente de alrededor miraba la escena.
Pablo pagó la cuenta y salió furioso. Ella lo esperaba afuera en una parada de
taxis. ¿Te das cuenta del papelón que has hecho mujer? Le grita enervado’ –
Disculpa le dice ella, perdí la cabeza, vamos a mi apartamento…te compensaré.
Pablo la miró y la vio como era realmente, no era la primera vez que le hacía
escenas así…era una compañía tóxica para él. – Toma tú el taxi, caminaré un
poco, luego te llamo – Afirmó. Tras decirlo, se dio la media vuelta alejándose.
Cruzó un gran parque pisando las hojas muertas del otoño que corría. –Están muertas
como mi relación con Ana, se dijo para sí. Sentía que Ana era una compañía tóxica para él,
ya no sabía si llamarla neurótica o histérica o loca de celos, lo quería
controlar, manipular como si fuera un títere. Con el corazón roto dos días
después fue a verla, al decirle que no se verían más, que terminaba la
relación, ella le dio una bofetada, él levanto el brazo con su mano en el aire,
pero se contuvo de devolver el golpe diciéndole,…- mira Ana, ve a ver a un psiquiatra porqué estas
totalmente loca y me has perdido por esta razón. Mientras se iba, escuchaba los
insultos de ella.Nunca más respondió a los llamados de ella a su móvil, estaba dispuesto a comenzar una nueva vida...
Muchas relaciones se rompen por celos
injustificados…mientras que otras por justificados.
Te saludo visitante, te espero con otra historia en siete
días… “LA AMANTE”