miércoles, 31 de agosto de 2011

Un día más, pero diferente.

Para Marcos esa mañana de invierno era una más, a la hora siete se despidió de las sábanas blancas, descalzo, envuelto en su bata azul ingresó al baño para darse una ducha. Estuvo quince minutos bajo el agua, cuando salió de la bañera, después de secarse se miró al espejo, alcanzó a ver dos manchas rojas sobre el dorso de la espalda. ¿Qué será esto? Se dijo, luego prefirió pensar que se trataría de algún brote alérgico, por vaya a saber que cosa, ya que se alimentaba muy sano. Luego de vestirse, tomó un desayunó lleno de calorías, igual, nunca subía un gramo en su peso. Una vez que dejó todo limpio y en orden, se colocó una campera de abrigo y su gorra, en la calle la temperatura era de seis grados, con vientos moderados. También tomó su agenda, que era como su GPS, tenía anotadas todas las actividades previstas para ese día. Sacó su auto del garaje dirigiéndose hacia el centro de la ciudad, allí buscó estacionamiento. Después fue caminando hacia varios lugares, comenzó por la peluquería, era temprano, un peluquero estaba libre, él le indico que le rebaje el pelo en los laterales y atrás, sin tocar arriba ya que era sagrado conservar lo que quedaba. Al salir, continuó con la casa de repuestos, el abogado, la escribanía, la sucursal bancaria. En su paso hacia la compañía aseguradora, se detuvo frente a la vidriera de una ferretería, le gustó una canasta con flores artificiales pequeñas, entró al local pensando en la persona a quien iba a regalársela.

Al llegar junto al mostrador, vio a un solo cliente que había ingresado segundos antes que él. Se lo notaba nervioso, de pronto vuelve la cabeza atrás, nota que no entra nadie, toma un poco de distancia del mostrador, saca un arma de fuego diciendo amenazante, ¡quietitos los dos! Tú dame el dinero de la caja, más el que tienes oculto, rápido o te quemo ya. A Marcos apuntándole le dice, pon tu billetera, reloj, más todo dinero que tengas sobre el mostrador, sin movimientos raros. Marcos no demostró emoción alguna en su rostro, rápidamente puso su billetera con tarjetas y algunos billetes sueltos hacia su derecha, retrocediendo luego dos pasos. El comerciante apiló los billetes que tomó de la caja al lado de los otros. El ladrón pasó el revólver a su mano izquierda, avanzó para tomar el dinero, en el momento que lo ingresaba en los bolsillos de su campera, la pierna de Marcos se elevó veloz como rayo, impactando el pié contra su rostro tirándolo de espaldas contra el suelo con los brazos extendidos. De otro puntapié Marcos aleja el arma de su mano. El ferretero portando un hacha lo amenaza, si te mueves te parto por la mitad. – Le dice. -Tome mi celular y llame al 911 pide a Marcos, quien de inmediato lo hace. - Ya vienen, en cinco minutos llegan. – Informa. - Qué suerte estaba usted aquí, es la tercera vez que me roba este mismo tipo. ¿Dónde aprendió a defenderse así? –Preguntó. Hace varios años fui a Kárate, me mantengo en estado con deportes. – Bueno lo dejo, tengo mucho pendiente, usted ya domina la situación. - Gracias, amigo, vuelva otro día, así, charlamos un poco. - Está bien, si paso lo visito, cuídese.

Cuando salió notó que le dolía el empeine, por lo que decidió no continuar volviendo a su apartamento. Una vez allí, preparó agua caliente, que volcó en una palangana con sal, sumergió el pié en ella, la inflamación se reduciría. Deslizó su mano por debajo de su camiseta, hasta donde había visto la mancha roja a la mañana, al tocar, se mojo los dedos, dedujo que era una ampolla que había reventado. ¡Corchos! Se dijo, ¿Me habré quemado con la almohadilla eléctrica de calor? ahora tengo que curarme la quemadura y el pié. – Que tonto soy a veces….éste ha sido un día distinto en verdad.

Las cosas no ocurren hasta que ocurren, no podemos prever todo, aunque lo hagamos, a veces suceden imprevistos.

Estoy saliendo de una gripe, pero he decidido escribir igual el día de hoy, para que no se me vaya agosto. ¡Saludos a mis amigos Bloggeros!

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miércoles, 17 de agosto de 2011

Un amor truncado.

-Marcos dormía, entre sueños vio la imagen tierna de su madre… estaba muy preocupado por ella, se había convertido en su sostén emocional. Antes, era una mujer vital, llena de alegría, pasaba de preparar ricos manjares en la cocina, a pintar exquisitos cuadros que brotaban como flores en primavera. La muerte de su marido tres años atrás debido a un cáncer pulmonar, le hizo añicos el corazón. No pudo superarlo, durante días y meses fue un mar de lágrimas, decayó,… dejado de lado pinceles, óleos, trabajos y salidas al mundo exterior. Marcos, al estar de vacaciones, le acompañaba todos los días de esa semana, desayunando, almorzando, cenando juntos. Con su novia, Carolina, se encontraban los sábados y domingos, quedándose a dormir en el apartamento de ella. Se amaban en cuerpo y alma con pasión infinita, tenían jóvenes y alegres veinte y seis años cada uno, disfrutaban al máximo esos días. Habían decidido no casarse o convivir, porqué la madre de él, había tenido dos intentos de suicidio durante el primer año de duelo. El lunes por la madrugada regresaba en un taxi a su casa, sonriendo, pensando en los momentos vividos con su amada, Carolina. El tráfico era intenso, muchos jóvenes salían de los boliches bailables, una intensa niebla dificultaba la visión, súbitamente escucha un impacto y una explosión, luego siguió el silencio.
Hizo un esfuerzo para despertar del sueño, sentía frió, se desperezó mirando el reloj, marcaba las diez de la mañana, en su pijama azul comenzó a caminar desde su habitación hasta el Living. - ¡Mamá! llamó, sin obtener respuesta, siguió hasta la cocina, mamá, volvió a llamar, ¿dónde estás? Ella siempre estaba allí, no saldría sin avisar ¿dónde iría? recorrió el dormitorio de ella y el resto de las dependencias. Quiso utilizar el celular para hacer un llamado pero no tenía crédito, moviéndose se llevó por delante una mesita baja. Quiso abrir la puerta que daba al hall de entrada, girando la manija con fuerza, no pudiendo hacerlo. Su preocupación crecía, le dolía el estómago, se dejó caer sobre una silla roja, tomándose la cabeza entre las manos. De pronto, escucha el ruido de llaves, es su madre que ingresa a la casa. ¿Qué susto me has dado? Dijo. ¿Dónde estabas mamá? – Inquirió. Ella paso a su lado sin mirarlo, ¿Eh? ¿qué ocurre? – preguntó. ¿Por qué no me hablas? – exclamó, acercándose hacia ella que se había detenido junto a la cómoda frente al espejo, tenía una fotografía entre sus manos, la miraba, lágrimas con rimel comenzaron a descender por su ojos. Marcos cruzó su brazo cubriendo sus hombros, miró la fotografía, estaban los tres, ella, él, y su padre, volvió la vista hacia el espejo, él no se veía reflejado, su madre estaba…completamente sola.

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viernes, 5 de agosto de 2011

La confesión, cuando muere el amor.

Hola Juan, ¿Cómo estás Diego? se dijeron los hombres al momento de abrazarse. Eran amigos desde el secundario, compartieron mucho de sus vidas hasta años después de casarse y tener hijos. – Juan, me llamaste citándome aquí, ¿Qué misterio traes? – Vamos al Bar de la esquina, allí hablaremos. Una vez sentados a una de las mesas, pidieron unos cafés –Te ves bien Diego ¿Cómo haces?– Será porqué soy feliz jajaja. – Has tocado el punto que me trajo aquí, yo no soy nada feliz, con Laura mi esposa es imposible ya vivir. – Uh, que noticia me das ¿Tan mal están las cosas?- Mira me cuesta hablar pero necesito decírselo a alguien, ella siempre tuvo actitudes tipo neuróticas, depresivas, pero las fui tapando, la amaba mucho, funcionó, hasta que mis hijos se mudaron formando sus parejas

- Se puso peor, estaba pendiente de mí para puro reproche, ella en casa encerrándose y encerrándome como una telaraña. Llevo la peor de las soledades, estando acompañado. ¿Cómo es eso Juan? – Estamos en dos mundos diferentes. Le digo de salir, ir al mar, no quiere, no le gusta, cuando anuncio ir solo, decide venir, pero allí, o donde vaya me amarga la estadía, a todo le encuentra problema. – No me traigas a nadie a casa me repite también. Se pasa horas viendo programas de chismes y novelas de la televisión, peluquería dos veces por semana. Ya he dejado de quejarme de todo, no tiene sentido, a veces cuando me quedo mudo y no le hablo por irritado, pide disculpas, pero lo sigue haciendo en el mismo día y los siguientes.

- Reprocha cuando estoy en el ordenador, cuando hablo por teléfono con nuestros hijos, sobrinos, ellos la escuchan, me dicen… no le hagas caso, pero algo está mal allí, debes ver una psicóloga para ella. – Estoy cansado de llevarla a lugares desde los seis meses de casados, ahora está conforme con el psiquiatra que la atiende. –Le pregunté ¿No quieres que te acompañe para hablar con él? ¿Qué dices? , yo estoy bien, tú haces mal al no estar conmigo. – ¿De que manera? si no quieres salir a otro lugar que de tu madre, cuando me siento a tu lado y estás viendo la televisión, te hago un comentario del día y me dices calla que no me dejas escuchar. Si dejo un cabello en el lavatorio del baño me lo echas en cara, yo levanto tus cosas las llevo a su lugar, es simple.

- No cambió en veinte y cinco años Diego, creí que podría ayudarla pero no hay caso, no quiere, personas así han llevado a la muerte a su compañía de vida, por cáncer, infartos, disgustos que somatizan en sus cuerpos, no encontrando salida. – Hace cinco años estamos en camas separadas, como te imaginarás me tiene frío como heladera, hace tiempo no pasa más nada. Cuando se le ocurre decir que ya no lo hacemos, le contesto.- No puedo hacerlo sin amor, y allí quedamos en la maraña de echarnos culpas, por eso ya no me engancho, sería interminable.

– ¿Qué piensas hacer Juan? – Ya reservé una casa pequeña pero con ventanales grandes, patio al frente y un parque con parrilla, en tres meses se desocupa. Allí recibiré familiares, amigos como tú, contaré estrellas, dejaré entrar el sol, veré la lluvia sin reproches hacia mis oídos. Cocinaré lo que quiera, pondré en la pared los cuadros que me gusten, disfrutaré música, solo o acompañado. Saldré con amigos donde queramos ir. Ya estoy comprando unas pocas cosas que necesito al mudarme. A ella la seguiré manteniendo, pasándole dinero para sus gastos personales, que los deberá ajustar, quedó en su rol de ama de casa pasará a dueña de casa total ahora.

¡Volveré a empezar! - Comprendes Diego, amigo mío, a nadie puedo decirlo, si se entera antes de tiempo sería imposible la convivencia, dos días antes de partir, les diré a mis hijos para que nos den apoyo a los dos. Aunque ella será la que más deba aceptar la realidad. Tampoco se que traerá el futuro, pero seré libre, necesito una mujer, no una relación sin vida, la muerte del amor como pareja nos separó. –Pienso es tu única salida Juan, me sorprende que hayas tardado tanto, ahora duran meses o pocos años las parejas, cuenta conmigo para lo que necesites. ¡Gracias Diego! hoy dormiré mas tranquilo. No sentiré culpa alguna.

Hum, otro relato… ¿Tú que piensas? Si pasas por aquí amigo visitante, deja tu huella si gustas.