Manuel con Silvina su mujer y sus dos hijos, Mariana de siete años y Sofía
de dos, llegaron a la casa de sus padres. Sus hermanos Joaquín y Pedro ya habían
llegado con sus esposas y niños también. Luego de abrazos y besos se abocaron a
los preparativos del almuerzo que estaban por compartir. Mientras se preparaban
las ensaladas y las tartas, conversaban
animadamente de las novedades en sus vidas, pasando por temas económicos y
políticos del país. El patio era grande y los niños le ponían su algarabía
repartida entre su juego con la pelota y
los patines y las canicas. Eran siete niños de edades escalonadas, en un
instante Silvina, los mira advirtiendo que no estaba Sofía. ¿No vieron a Sofía?
pregunta en voz alta. - Joaquín, mira
dentro de la casa y no la encuentra, dando aviso hacia el patio. Silvina mira
hacia la puerta que comunica el patio con el parque trasero arbolado, se
angustia al ver que estaba abierta. ¿La piscina está llena? - pregunta. Los ojos de su suegro le indican
que no. Echa a correr, pasa la reja viendo que a su vez la reja de la piscina también tenía la puerta
abierta. Pega un grito desesperado ¡¡Manuel! ¡¡Manuel! Cuando ella llega al borde, cae de rodillas
en llanto al ver a Sofía en el fondo del agua, en ese instante Manuel pasa a su
lado saltando a la piscina, toma el cuerpo de la niña y la sube al exterior.
Pedro ya estaba en el lugar y comienza a hacerle la respiración artificial, ¡que
venga María! –dice, María su esposa es enfermera, ella lo reemplaza mientras
Joaquín llama a una ambulancia. Luego de un minuto que pareció un siglo la
pequeña larga agua por la boca y comienza a toser. Todos respiran aliviados, la
tragedia había rondado la casa ese día. La piscina tenía poco agua pero
suficiente para una bebé de dos años, que puede caer y no incorporarse. Manuel y
Silvina llevaron a Sofía a un sanatorio cercano para su control. El médico la encontró bien, pidiéndoles que la trajeran
para control al día siguiente. De vuelta
en la casa de sus padres, los abuelos se sentían culpables por no haber cerrado
la puerta. Manuel les dijo que él debería haber revisado el lugar antes de
dejar libre de moverse al bebé.
Los accidentes domésticos son una importante causa de muerte
en bebés, así como de otras consecuencias
graves en su salud. No se les debe perder de vista y menos cuando están
silenciosos. (No durmiendo, claro) Aquí hubo una segunda oportunidad... a veces no...
Te saludo amigo visitante, gracias por tu visita y
comentario.