Martín caminaba con las manos
enfundadas en los bolsillos, eran los
finales del otoño, por lo que obscurecía
más temprano. Las luces de la calle iluminaban las veredas, cincuenta metros
más adelante vio un colectivo detenido y un grupo de personas en la vereda, al
estar más cerca, observó que cuatro de ellas estaban encima de un hombre
robusto. Mientras observaba, éste hizo un movimiento brusco, se desembarazó de
ellas poniéndose de pié y echando a correr en dirección a él. ¡Ladrón! ¡Ladrón!
gritaba la gente corriendo detrás, seguramente es un carterista que se les
escapa. – Pensó.
Cuando pasó junto a él, Martín
levantó el pié y su empeine pegó con fuerza sobre la cara del hombre, el impacto lo tiró de espaldas al
suelo. De inmediato varias personas se subieron sobre el nuevamente, tomándolo
de brazos y piernas a la vez que alguien llamaba al 911. Algunos
preguntaban ¿Quién lo detuvo? Martín
siguió su camino por un costado sin decir nada, prefirió pasar desapercibido. Hacía 15 días un
automovilista había atropellado a su perro Rocco huyendo del lugar, la rabia
contenida la descargó en ese golpe, ya que practicaba Karate. Siguió caminando
ahora en dirección a su casa. –Tendré que poner el pié en una palangana con agua y sal, se decía para
si, es la primera vez que lo uso fuera del gimnasio.- Por lo menos un
delincuente pagó por el otro miserable - se decía. Le dolía el empeine pero se
sentía desahogado, además tenía noticias de que Rocco pronto estaría mejor, ya que al día siguiente le sacarían el yeso de las patas traseras.
Amigo visitante, estoy escribiendo más seguido, será la llegada del otoño que invita a la reflexión. Mis escritos son simples, no soy escritor, pero procuro darte lo mejor de mi. Te saludo!