domingo, 29 de abril de 2012

Decisiones en la arena.


Pablo salió dando un portazo, estaba muy ofuscado, era la primer pelea en dos años del dulce noviazgo que mantenía con Ruth. Descendió velozmente  por las escaleras del departamento hasta el jardín, escuchó la voz de ella llamándolo  pero no se detuvo. Su reloj indicaba las  siete de la mañana en ese domingo de enero, era pleno verano, se dirigió a la playa que estaba a tan solo una calle de distancia. Estaban pasando un fin de semana largo en la costa atlántica, la noche anterior se habían divertido a lo grande junto con otras parejas amigas en un boliche bailable, estuvieron hasta las seis de la mañana. Bailaron a morir bebiendo un poco más de lo habitual. Mientras regresaban ella le hizo una escena de celos injustificados, continuándola una vez llegados al departamento – Recordaba él mientras ingresaba velozmente en la playa, necesitaba  aire marítimo y caminar. Estaba descalzo, enfundado en su bermuda y remera blanca, las huellas de sus pies  quedaban marcadas profundamente en la arena ya que descargaban su enojo.

La playa se veía  desierta  a esa hora, el cielo azul celeste presagiaba un bello día para disfrutar el mar. Miró hacia delante, en sentido contrario se acercaba caminando una mujer, vestida aparentemente con  bikini roja cubierta por un pareo, lo hacía bordeando las aguas que mojaban sus pies. Se hallaban a unos doscientos metros de distancia, se sintió molesto porque rompía su soledad. A los dos  minutos ya iban a cruzarse, él miro hacia su derecha, a unos ciento cincuenta  metros,  acostado  sobre los médanos un perro raza  dóberman negro de gran porte los observaba. De pronto éste se para y comienza a correr en dirección a ellos. Pablo no  podía creerlo, en cinco pasos largos alcanzó a la joven que lo miró asustada. Quédate quieta y detrás de mí,  mira, ese perro nos ataca – Le dijo. - ¡Por Dios! – Afirmó ella, nos va a matar. - Si salta sobre mí, corre a la costa sin detenerte me oíste – Espetó él  en alta voz  sin darse vuelta. Se paró con las piernas y los brazos en jarra, esperando, horrorizado pero sin demostrarlo. 

Cuando el animal enfurecido estaba cerca Pablo gritó ¡¡Paraaaaaaaaaaaaa!! Aunque pareció un loco,  éste aminoró la marcha, mostrando sus afilados colmillos, avanzó lentamente  para saltar. Parecía el final, cuando sonó un silbato, el dóberman emitió un gemido, se dio vuelta regresando velozmente y perdiéndose detrás de las dunas y los arbustos. ¡¡Se fue, se fue, dijo la joven!! Huyamos de aquí, por si vuelve -  dijo él, tomándola de la mano. Mientras corrían comentó- No se porqué diablos nos atacó ¿No sería un toro, que atrajo  tu bikini roja? alcanzó a decir con sentido de humor. Una vez que salieron de la playa llegando a las primeras casas se recostaron sobre la pared de una. Ella temblaba respirando agitada, él la abrazó, cálmate el peligro ya pasó le dijo al oído ¿Cómo te llamas? Ana Belén, respondió a la vez que se echaba a llorar. -Llora, desahógate, ya pasó repitió Pablo mientras la sostenía en sus brazos con la cabeza apoyada en su pecho. Luego la separó con suavidad, ¿Dónde estas parando? Te acompaño, si quieres. Si, si en la calle dos y treinta y tres, Gracias!

Fueron caminando juntos, quedaba cerca, ella preguntó ¿Porqué no huiste tú solo para salvarte? -  ¿Que clase de hombre crees que soy, nunca tendría paz si hiciera algo así. – Replicó él. - No salgas nunca sola en horas y  lugares desiertos,  ¿De dónde eres? De la provincia de Córdoba, llegué anoche sola y ya quise conocer el mar, esta noche llega el resto de mi familia. No se como agradecerte ¿Quieres pasar a tomar  algo?- Preguntó. Pablo miró la belleza de mujer que tenía frente a él - Mira…mejor no, he tenido una pelea con mi novia hoy... volveré a hacer las paces con ella, me voy, cuídate mucho. -  Bueno, es afortunada tu novia, si pierde un hombre como tú sería una tonta. Mi apellido es Flemingh, mi padre es un gran empresario, ponte en contacto conmigo por cualquier cosa que necesites, le dijo posando suavemente sus labios sobre los de él. Pablo emprendió el regreso, con una sonrisa. –Espero no arrepentirme pero he hecho mi buena acción del día jajaja, continuó caminando y riendo para reencontrarse con su Ruth...