jueves, 18 de julio de 2013

EL POZO DE LOS DESEOS

Con este post respondo a la convocatoria juevera de SAN del blog http://galisan33.blogspot.com.ar sobre el título propuesto. .
Los Garcia Insaurralde eran una familia muy  arraigada en los pagos de Tandil, esa hermosa ciudad con sierras bajas, lagos y tierra negra fértil, en la que todo brotaba cubriendo de verde y colores la zona. Don José y Carmen formaban un matrimonio que junto a sus hijos, Mariana de quince años y Marcelo de cinco, eran muy queridos por sus vecinos, familiares y amigos. Es que cuando alguien tenía un problema recurría a José, que lo hacía pasar a su casa, escuchándolo atentamente  y la solución surgía ante sus ojos. Solían decir que para cada problema tenía cinco soluciones. Él con mucha humildad decía, que no tenía idea de donde le venían las respuestas, solo escuchaba y luego le daba a la gente las alternativas posibles. Un día, llegó un matrimonio a visitarlos, los Rodríguez,  le dijeron que venían desde  Buenos Aires, habían recorrido cuatrocientos kilómetros para verlo. Carmen trajo una bandeja con finas tazas de té, con miel canela y limón  para convidarles, junto con unas porciones de una torta de vainilla hecho por ella misma. Platicaron sobre las actividades de los visitantes en la Capital, luego, de la referencia que tenían sobre los dueños de casa. 

Finalmente le trasladaron a Don José su problema, tenían tres hijos, el mayor, Lucio,  de diez y seis años, era un excelente estudiante, pero cuando llevaba dos años de noviazgo con una compañera de la escuela. La jovencita decidió romper el romance y el joven no tuvo consuelo, dejó sus estudios y deporte, encerrándose en su cuarto y cayendo en un pozo depresivo. Durante un año habían consultado toda clase de profesionales, y hasta los llamados “curanderos” pero no conseguían revertir su cuadro, temían que quisiera suicidarse, ya que había tenido un intento. Don José escuchó atentamente, luego permaneció un instante en estado reflexivo. Finalmente les dijo: allá en Buenos Aires tienen una fuente frente al Congreso Nacional, tiren una moneda, estando de espaldas al que llamaremos el pozo de los deseos, deseando previamente sanidad para Lucio, el deseo se cumplirá si la moneda cae cara para arriba, una semana más tarde me vienen a ver nuevamente,  pero con su hijo mayor.

 Pasó una semana y así lo hicieron,  presentaron a Lucio a Don José, el hombre de campo le invitó a recorrer los jardines con glorieta que se  hallaban en el fondo de su casa. Lucio caminaba por un sendero, cuando escuchó risas y ruido de agua, se encontró poco más adelante con una niña preciosa de ojos azules que lo miraba sorprendida, era Mariana que estaba en la piscina con su hermano. ¿Quién eres? – preguntó ella. Me llamo Lucio, respondió él, me invitó a pasar tu padre. ¿Y… tú? Mariana – replicó ella. La mirada de Lucio, se perdió en las profundidades de los ojos de Mariana, un sentimiento nuevo comenzó a rondar en su corazón. –¿Me permites que me siente a mirar mientras ustedes nadan? – No hay problema, hazlo si te place. Y, así, siguieron nadando y jugando entre risas con una pelota en el agua, mientras Lucio, no perdía de vista a Mariana. Casi sin darse cuenta  comenzó a sonreír, la angustia, el vacío interior se le había ido. Esa tarde retornaron los Rodríguez con su hijo a Buenos Aires, no salían de su asombro por la recuperación de Lucio. El pozo de los deseos, había permitido cumplirlos. Don José les había dicho, su hijo se recuperó cuando volvió a amar la vida, a si mismo y a todo lo que le rodea. Lucio y Mariana se despidieron, ella le dio un beso en la mejilla, diciendo -  Puedes escribirme si quieres, quiero saber de ti, si estás bien y has retomado tu vida normal. - Así lo haré, respondió él, con una sonrisa amplia.Podríamos decir también que la recuperación de Lucio fue algo así como una "Gracia concedida".

Los adolescentes, pueden ser muy frágiles en temas del corazón. Lucio tenía el corazón roto, la luz entró, y pudo salir de su ensimismamiento. Tal vez "El pozo de los deseos" haya aportado la magia.
Esta historia es mi humilde contribución.
¡Gracias SAN por haberme invitado a participar en la convocatoria!. 

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