domingo, 10 de mayo de 2015

AMORES ROTOS (Relato corto)


Pablo tenía mucha piel con Ana, desde que se conocieran seis meses atrás habían sentido una mutua y gran atracción. Cada uno vivía en su apartamento, encontrándose en el de ella dos veces durante la semana y también los sábados. Él sabia quedarse a dormir, partiendo para su trabajo a la mañana siguiente. Ana era insaciable en la cama, él tenía que decirle – ¡para un poco nena, que no soy super man! No obstante en los primero tiempos le gustaban su fuego y voracidad, estaba enamorado y la deseaba solo para él  satisfaciéndola  al máximo.
En algún momento ella le dijo – Voy a hacerte mal, no te convengo, terminé mal con todos los hombres que tuve. Él le replicaba ¿Cómo vas a hacerme mal si te amo y me amas? Y así continuaron los días y los meses. Pablo trabajaba como gestor para una empresa, se movía en medio de un tráfico por momentos infernal, llegaba, entraba y salía  de bancos, industrias y comercios. Su móvil solía sonar, pero él no podía atenderlo. Al fin de la jornada leía los mensajes, eran todos de Ana con preguntas  como ¿Dónde estás? ¿Con quién estás? ¿Por qué no me llamas? Cuando se encontraba con ella le explicaba que su trabajo no le permitía atender y contestar el móvil. Ana, que trabajaba solo medio día como administrativa se enfurecía, hasta que Pablo conseguía calmarla, como siempre con sexo ardiente de por medio.

Cuando salían de vacaciones en fines de semana largos, los pasaban de maravillas, sin un reproche. Pero de regreso en la gran ciudad los celos enfermizos de ella comenzaban nuevamente. Una tarde de sábado en que él dormía en el apartamento de ella, al despertarse notó que no estaba al lado suyo. Se levantó y caminó hasta el Living. Allí la encontró revisando el móvil de él. ¿Qué buscas? – preguntó. ¿Dudas de mí? No, no, exclamó ella sorprendida en falta – Estoy buscando el teléfono de Pedro nuestro amigo. Él no le creyó, se estaba cansando de estos controles de parte de ella. Esa misma noche se hallaban cenando en un restaurante, disfrutando de una buena comida. De pronto Ana luego de darse vuelta y mirar detrás de ella  le pregunta con tono duro… ¿A quién estás mirando? ¿A esa perra de atrás mío?
-¿Qué? ¿Qué dices? No miro a nadie en particular ¿Por qué piensas así? – Porqué lo estás haciendo, ¡No me mientas! Tras decirlo vuelca su vaso de vino sobre la mesa, se pone de pié y le grita -¡Mentiroso! A continuación se retira del lugar. Toda la gente de alrededor miraba la escena. Pablo pagó la cuenta y salió furioso. Ella lo esperaba afuera en una parada de taxis. ¿Te das cuenta del papelón que has hecho mujer? Le grita enervado’ – Disculpa le dice ella, perdí la cabeza, vamos a mi apartamento…te compensaré. Pablo la miró y la vio como era realmente, no era la primera vez que le hacía escenas así…era una compañía tóxica para él. – Toma tú el taxi, caminaré un poco, luego te llamo – Afirmó. Tras decirlo, se dio la media vuelta alejándose. 

Cruzó un gran parque pisando las hojas muertas del otoño que corría. –Están muertas como mi relación con Ana, se dijo para sí. Sentía que Ana era una compañía tóxica para él, ya no sabía si llamarla neurótica o histérica o loca de celos, lo quería controlar, manipular como si fuera un títere. Con el corazón roto dos días después fue a verla, al decirle que no se verían más, que terminaba la relación, ella le dio una bofetada, él levanto el brazo con su mano en el aire, pero se contuvo de devolver el golpe diciéndole,…- mira Ana, ve a ver a un psiquiatra porqué estas totalmente loca y me has perdido por esta razón. Mientras se iba, escuchaba los insultos de ella.Nunca más respondió a los llamados de ella a su móvil, estaba dispuesto a comenzar una nueva vida... 

Muchas relaciones se rompen por celos injustificados…mientras que otras por justificados.


Te saludo visitante, te espero con otra historia en siete días… “LA AMANTE”