lunes, 4 de julio de 2011

Los amantes...

Parte 2 y final. Comienza por la 1, no verías solo el final de una película ¿No?

Al llegar juntos a la barra pidió a Leo la tarjeta magnética, tomados de la mano con Lucia traspusieron la cortina de terciopelo, llegando frente a una puerta con la figura de cupido sonriendo. Pasó la tarjeta por la ranura, la puerta se abrió. Accedieron a un amplio pasillo ornamentado estilo barroco.- Vamos, vamos, dijo ella, echando a correr, mientras él la seguía. Una vez frente a la puerta preguntó con aire de inocencia y picardía. ¿Qué me vas a hacer aquí? Te voy a comer el corazón a besos. - Ah, esa es la letra de los Nocheros, ¿Qué más? – Te haré tantos mimos que dirás basta. - Bueno, bueno, me gusta lo que dices, entremos a ver si eres torito o torazo jajaja.

– Ingresaron, una lámpara iluminaba con luz tenue la habitación. De pié sobre la mullida alfombra él desabrochó su blusa, mientras ella hacía lo mismo con su camisa, les llevó un minuto estar desnudos. Claudio besó su hombro, susurrándole al oído, ve mujer, espérame allí. La miró caminar de espalda, se inclinó adelantándose oculto hasta el pie de la cama, deslizándose luego lentamente bajo las sábanas. Ella se inundaba de placer hasta que el rostro de él surgió frente al suyo, elevó los brazos, cruzando sus manos detrás de su cuello, mientras decía, despacito, despacito, ámame en cámara lenta. No hubo más palabras, solo suspiros en medio de los enamorados, mientras danzaban en el juego al que la pasión les llevaba.

Habría pasado más de una hora, Claudio estaba relajado con los ojos cerrados, cuando escuchó el ruido de la ducha. Miró hacia el baño que tenía sugestivamente la puerta abierta, era Lucia bajo el agua. – ¿Quieres que te hagas unos masajes? – Preguntó. – Ven, si quieres.- Contestó con una sonrisa. – El ingresó, cerrando la puerta de vidrio detrás de él. Lo opaca de la puerta tan solo permitió ver que los masajes, se convertían en movimientos que sugerían un nuevo frenesí pasional. Mas tarde envueltos en sus batas se echaron nuevamente en la cama. El miraba el cielos-raso, tarareando una canción, ella apoyaba la cabeza en su pecho. Luego de un suspiro dijo debemos ponernos en marcha- ¿No crees? – Uy, uy, tienes razón, a vestirse que la vida continúa. Salieron por la puerta de atrás que daba al estacionamiento, una vez en el auto, Claudio, giró la llave, arrancó su Renault, buscando la salida hacia la colectora. Doscientos metros más adelante subió a la autopista, dirigiéndose hacia el centro de la ciudad, comenzó a acelerar, en veinte minutos llegarían. Viajaban en silencio.

- Sabes una cosa dijo él de pronto. – ¿Qué?, preguntó ella.

-Voy a llevarte a mi casa. - ¿Estás loco? ¿O se te ha volado una chaveta?

-Calla, calla, tan solo ven conmigo, dijo mientras ingresaba por una calle del barrio de Quilmes, iba aminorando la marcha, accionó el control remoto por la ventanilla, el portón de su garaje se abrió, una vez dentro, bajaron los dos ingresando por una puerta al living. La luz se hallaba encendida, una joven con los ojos adormilados, los miró al entrar.

– Hola Mabel, ¿Está todo bien? -OH, si, ningún problema. – Bien niña puedes irte, gracias, esta tarde a las cinco vuelve como siempre.- Hasta luego contestó ella dándole un beso a los dos. Claudio y Lucía, se acercaron a la puerta de una habitación con un cartelito que decía, niños durmiendo. Abrieron despacio acercándose a las dos camas para ver a Joaquín de diez años, con un mechó rubio sobre su frente, y Santiago de seis en su pijama con ositos.

- Lucía dijo, míralos, ¿No parecen ángeles nuestros hijos? - Si, amor, los niños son ángeles, los que hacemos travesuras somos nosotros jugando a los amantes, pero es hermoso ¿No crees?- Si, Claudio la rutina mata a muchas parejas, pero vayamos a dormir que en pocas horas comienza nuestro día normal. - Tú te puedes quedar una hora más como premio si quieres jajaja, yo luego me llevo el auto y dejo a los peques en la escuela. - Mi premio eres tú y los niños contestó él, mientras se desparramaba vestido en la cama.

Bueno, tal vez me haya salido un poco desprolijo el relato, tampoco soy escritor, pero fuera de estadísticas, el amor perdura en las parejas que saben mantener una relación madura, equilibrada, respetuosa, con componentes y matices que no dejen apagar el fuego.

¿Tú que opinas?