domingo, 22 de mayo de 2016

Hombre feo y hombre lindo.

Pilar salió de su casa diez minutos más tarde de lo habitual, con su trajecito gris perla de pollera corta y el cabello aún húmedo. En sus zapatos con plataforma apuró los pasos para llegar a la parada del transporte colectivo. Eran las 6 de la mañana en punto, el lugar estaba desierto, se le había ido el bus de menos diez. Se preocupó por estar sola, estaba oscuro, solo la luz de la calle iluminaba el lugar. Se dirigía a su trabajo de programadora en el centro, cuando salía de allí se corría hasta la facultad de ciencias económicas. Con 22 años cursaba el tercer año, no le importaba ir despacio con la Facu ya que necesita trabajar. Vio acercarse a un hombre de espaldas anchas, estatura mediana, vestido con ropas humildes. Cuando lo tuvo cerca vio su rostro de piel obscura, con una cicatriz en el pómulo derecho. Tendría unos cuarenta y tantos años. Sintió miedo, y se separó dos metros de él, es que ocurrían tantas cosas terribles. El hombre mantuvo la distancia, mirando cada tanto si venía el colectivo. 
Pilar observó que un joven se arrimaba a la parada, iba bien vestido y era buen mozo, su presencia le dio más tranquilidad. De pronto el joven se acerca a ella, la tapa con su cuerpo de la vista del otro hombre, arrimandole una navaja a la cara le pide entregue su cartera, celular, y dinero. Le dice – calladita o te corto la cara. Aterrada le estaba entregando lo que pedía, cuando una mano toma la del joven y la retuerce hasta que la navaja cae al piso junto con él. El hombre moreno le dice, vete de aquí y no vuelva porqué te desfiguro la cara a golpes. ¡Búscate un trabajo atorrante! Su mirada echaba fuego, y su mano tenía una fuerza descomunal. El joven dejó la navaja en el piso y echó a correr. Pilar dejó caer unas lágrimas por la tensión sufrida. ¡Gracias! ¡gracias! espetaba,- pensar que yo le tenía miedo a usted, le dijo al hombre. - Mira Niña, soy albañil, tengo brazos y manos fuertes, pero vivo de mi trabajo. No pude evitar meterme. Ten cuidado, detrás de rostros amigables puede haber monstruos horribles, y detrás de rostros poco agradables, personas nobles. Acuérdate siempre. 

El colectivo venía, los dos subieron y tomaron asientos separados, Mariana no pudo reprimir el impulso se levanta y le da un beso en la mejilla al desconocido que la había ayudado. El hombre sonrió y se acomodó en el asiento, bajando la cabeza para descansar durante el viaje. 

Nota:Este relato ya lo hice hace tiempo y lo vuelvo a compartir, el tiempo no me permite por ahora escribir nuevos. En la brevedad posible espero volver. ¡Saludos.!

Migue

sábado, 14 de mayo de 2016

Historia de vidas.


Marcos se hallaba en su casa frente al ordenador chateando con su hijo David. Suena su celular, un mensaje había ingresado, abre el buzón de entrada y lo lee. Una sola palabra decía todo,  ¡Falleció! lo enviaba su sobrino Antonio. Le  dice a su hijo – Cortamos aquí, falleció Roberto, termina de mandarme un mensaje Antonio. – Uh! Que mala noticia, ¿qué vas a hacer?  No te preocupes, ahora lo llamo a Antonio por  si quiere que vaya para el sanatorio o viene hacia aquí. Marcos estaba sereno, acomodando sus pensamientos sobre los pasos a seguir. El día anterior había visto a su hermano en la cama del sanatorio, lo alimentaban de forma naso gástrica, estaba sedado, de espaldas con la boca abierta respiraba con dificultad, los ojos cerrados, apenas entreabiertos. Se veía extremadamente delgado, el maldito cáncer se lo había estado comiendo, con la crema y una hoja de afeitar lo había dejado afeitado. Le acarició  la frente, también calentó sus manos con las suyas. Le trasladaba palabras de aliento y esperanza que seguramente su hermano no escuchaba.
 Tan solo tres días había durado internado. Ahora estará en paz – pensaba. Buscó por Internet el teléfono de la casa de velatorios, ya la conocía, otros familiares y amigos habían partido desde allí. Eran las 20 horas, llamó a Antonio, éste le dijo que había reunido todas las cosas que debía retirar. – Mira, he hablado con la cochería, busca el documento de tu padre y el tuyo y ven para aquí así conversamos  un poco y vamos para allá. Su sobrino vivía cerca, en 30 minutos estuvo en su casa. 

Se sentaron  cerca de la estufa ya que era invierno. – Como quieres que sea el sepelio le preguntó. – El me decía que quería ser cremado cuando le llegara la hora, pero yo quisiera que vaya a tierra. – Antonio, las personas dejan dicho sus deseos y está en uno respetarlo, piénsalo, si esa era su decisión. – Bueno… creo que si entonces, está bien, afirmó.   Ya he llamado a la cochería, vuelvo a llamar y vamos para allá dijo Marcos. Lo hizo, luego llamó un taxi, que los acercó, no quedaba más allá de 20 calles. La empleada de turno le pidió los documentos, hizo las preguntas del caso. A Roberto lo traerían en la madrugada, y desde las 8 a las 16 horas estaría en una sala, una azafata recibiría y atendería a las personas a medida que fueran llegando. Ya no era más como en los viejos tiempos en que familiares y amigos se quedaban toda la noche y hasta el día siguiente.
Marcos llegó con su mujer al mediodía, Antonio estaba en el lugar con varios vecinos de su padre. Como ocurre lamentablemente en muchas familias, también llegaría su otro hermano Carlos y su mujer, llevaba más de diez años sin verlos, habían sido socios de una empresa que fundaron juntos durante siete años, cuando él con su actividad comercial la hizo crecer y crecer, llegaba el momento de disfrutar un mundo de trabajo. Pero ellos confabularon para quedarse con la empresa y sacárselo de encima. Como manejaban la caja, pagaron fortunas a un estudio jurídico inventando argucias y denuncias falsas, por las que terminó vendiendo su parte a un precio vil. La ira de Marcos duró un tiempo hasta que consiguió perdonar las ofensas para vivir en paz consigo mismo. Pero nunca más volvió a verlos, lo que más lamentó fue perder a sus sobrinos.

Eran las 14 horas fueron llegando Carlos e Inés, se saludaron fríamente pero sin rencores, también sus sobrinos. Habló con ellos, le contaron de sus vidas de casados y con hijos, también el hijo y la hija de Marcos que trajo un hermoso ramo  de flores. La azafata se movía ofreciendo café que todos aceptaban. A las 16 horas se despidieron de Roberto, Marcos acaricio su frente. A la salida se inició el cotejo, los vehículos lo acompañaron hasta el jardín final. Por último, los familiares se despidieron tomando cada uno su rumbo. Marcos iba pensando que solo este motivo los había reunido y tal vez nunca más lo harían.  El tenía una hermosa familia con la que compartían penas y alegrías. Por fortuna más alegrías que penas.

Bueno amigo visitante aquí te dejo esta historia que tiene un poco de todo como la vida misma.


Saludos!