viernes, 8 de octubre de 2010

Convivir es vivir con....


La convivencia comienza por casa, en la familia. Ésta debería ser el núcleo, la esencia de la misma. Antes estaba la casa grande, en la que convivíamos abuelos hijos casados, nietos, era normal, teníamos cocinas y dormitorios separados. Recuerdo cuando era chiquillo, con mis amigos, juntábamos leña que todos los vecinos aportaban, para hacer una gran fogata en la noche de San Juan. El carnicero aportaba los chorizos, el panadero y el almacenero el pan y las gaseosas. A la noche, luego de prender esa fogata de varios metros de altura, cuando quedaban brasas, terminábamos sentados alrededor, hasta entrada la madrugada, eran momentos mágicos compartidos. .

En el vientre de nuestra madre comenzamos a convivir, teníamos alimento, abrigo, dormíamos, cuando nos movíamos dábamos “las pataditas”, que tanto alegran a los padres de ahora, al igual que ayer... son señales que una vida nueva viene. El mundo fue cambiando, en realidad el globo terráqueo sigue girando igual, los cambios están en los estilos de vida. Hoy todo va más de prisa, hay más presión, menos tiempo para compartir. Los círculos familiares y de amistades se van reduciendo. De allí surgen el estrés, y otras enfermedades originadas en la “mala sangre”, que se lleva o deteriora de manera temprana, vidas que tendrían que haber continuado junto a nosotros. Se puede seguir el ritmo de la vida, mientras se mantenga el amor, el respeto, hacia el otro. Hay ingredientes básicos elementales para convivir: paz, libertad, seguridad, acceso a la educación, salud, trabajo, igualdad de oportunidades. La no discriminación, hacia nadie por color de piel, creencia, situación económica, país de origen.

Los seres humanos somos criaturas sociales que necesitamos de los demás para desarrollarnos como personas. Escuchar, comprender al otro hace a la convivencia. La preocupación por uno mismo, es egoísmo, el que junto con la soberbia, levanta un muro que nos hace ver solo nuestros propios ombligos. Es normal ocuparnos de nosotros para estar bien, estando así podemos ayudar a nuestro entorno y a los otros. Formando una cadena con eslabones en la que no puede, ni debería convivir la pobreza extrema, con la riqueza extrema. Tolerancia, paciencia, perseverancia, flexibilidad, adaptación a los cambios, este último es más necesario que nunca debido a que los cambios se producen con una velocidad vertiginosa. Sin embargo la flexibilidad pasa por adaptarse sin perder los valores humanos, trabajando para recuperar muchos que se han perdido en el camino.

Convivimos también con el medio ambiente, al que debemos cuidar. Con enfermedades, alegrías, tristezas. El mundo dista mucho de ser perfecto, solo podemos, desde nuestro lugar, trabajar con los elementos de que disponemos, para procurar mejorarlo. Para eso además de nuestra actitud, tenemos el poder del voto, para que quienes nos gobiernan, piensen, se ocupen de el bienestar general, por sobre el individual, no solo diciendo lo que la gente quiere oír, sino que haciendo lo que la gente necesita.

Bueno el tema da para mucho, no se si lo he tocado medio enredadito, pero termino de escribirlo y lo edito ahora. Respondiendo a una iniciativa de hacerlo en el día de hoy 8 de octubre de 2010. Te saludo.