José llevaba
tres meses sin trabajo, le preocupaba el no poder darle a su ex mujer la manutención de Josep, su niño de 10 años. Así, decidió dejar su apartamento
caro, mudándose a una casa pequeña en un barrio humilde de la periferia.
Llevó solo su maleta su notebook y su bate, no necesitaba nada más, la casa
tenía los muebles y enseres mínimos necesarios. Al día siguiente cuando salió
al jardín, casualmente también lo hizo su vecina de la casa contigua. Era una
mujer joven, de unos 40 años, cabello negro azabache recogido con un broche.
Ella luego de saludarlo con un ¡Buen día! Preguntó - ¿Se ha mudado allí? – Si,
contestó José, estaré un tiempo, tal vez
hasta que consiga un trabajo. Y usted… ¿Vive sola? – No, no, con mi hija y mi
pareja espetó ella. Con… cualquier cosa que necesite llame o pregunte nada más,
cerró la conversación. – Gracias, asintió él, le parecía ver tristeza en los
ojos de la mujer a pesar de su amabilidad. Así pasaron tres días, él leía los clasificados,
llenaba curriculums y los enviaba por correo o los entregaba en mano en agencias de selección de personal,
en algunas tenía entrevistas en las que evaluaban su perfil.
El
viernes por la noche escuchó gritos que provenían de su casa vecina. Se oía el
llanto de la mujer – ¡Bruto, no me pegues más! Se notaba que esa bestia
continuaba, porque ella entre ayes de dolor sequía diciendo – ¡Borracho, vete
de mi casa, no quiero verte más! José hervía por dentro, pero no podía
intervenir…por ahora. Retirándose a su dormitorio se colocó los auriculares
pasando a escuchar música. Al día siguiente pasado el mediodía vio pasar a su
vecina. Salió a su encuentro. - Disculpa, le dijo ya tuteándola - ¿Tu marido te
golpea? Ella se quedó un minuto muda, luego le mostró las marcas que tenía en
el cuello cubiertas con un pañuelo. – No es mi marido, es mi pareja desde hace
unos meses, me conquistó siendo muy gentil y acaramelado, hasta que viviendo
conmigo mostró su hilacha de golpeador. Mientras hablaba unas lágrimas caían
por sus ojos verdes. – Lo denuncié, cuando vino la policía, que tardó, amenazó
mi vida y la de mi hija de 13 años si
decía la verdad, solo dije que fue una discusión pasajera. – Estoy aterrada,
siguió, lo he visto mirar a mi pequeña con ojos lujuriosos. José le pregunto donde trabajaba él,
y cuál era su horario de salida. Ten calma – Le dijo, veremos que se puede
hacer. Se separaron, dirigiéndose José a una entrevista laboral.

A la mañana
siguiente desde la ventana de su casa vio partir al vecino en bicicleta hacia
su trabajo. A las 19 horas cuando ya había oscurecido lo esperó a su salida en
una esquina a 10 calles de su casa, la zona estaba desierta por el frío del
invierno. Cuando pasó a su lado le pegó con el bate de baseboll en el pecho. El
hombre que no era muy grande cayó de espaldas sobre el asfalto. Comenzó a
levantarse aturdido. José le dijo, ¿así que tu eres el golpeador de mujeres?
¡Cobarde! Tras decirlo le dio la paliza de su vida, a puñetazos y patadas.
Arrimando su rostro al del golpeador que sangraba por la boca y la nariz, le
dice. – No entres más en la casa de tu mujer porque con mis hombres te
cortaremos las piernas y te dejaremos flotando en el río. – Toma tu maleta con
tus cosas y tu dinero, que estará en el jardín y ni entres en la casa porque va
tu vida en ello. - Y no las busques más a ellas
¿Entiendes? ¿Entiendes? ¡Repítemelo! - Si…si, no me golpees más, tomaré
mis cosas y no las veré más, replicó el maltrecho golpeador. Con su móvil, José
llamó a la ambulancia pública… ¡Hola! Aquí en la 64 y 5 de Villaverde hay un
hombre tirado en la calle, tal vez lo atropelló un camión (bueno, se veía como
tal) ¡Vengan pronto! Asintieron diciendo que en 10 minutos estarían por allí.
Antes de abandonarlo José le recordó que
siguiera al pié de la letra sus indicaciones. El golpeador que no podía ni
moverse, replicó – Si, si, lo que tú digas.
Al regresar
a su casa José le comentó a la mujer lo sucedido. – Pon sus cosas en una
maleta, y su dinero también, déjala en el jardín cubriéndola con una tela de nylon
por si llueve. Cambia la combinación de tu cerradura, y vete con tu niña por
dos o tres días a casa de un familiar. Cuando pases y veas que se llevó su
maleta, ven a vivir nuevamente aquí. Ella lo abrazó – ¡Gracias! ¡Gracias! Me
has quitado una pesadilla, haz de ser un ángel que vino. Luego se marchó a
empacar rápidamente algunas cosas de ella y su niña. José dos días más tarde
recibía un mail, lo habían tomado para una empresa importante como resultado de entrevistas que había
tenido. Al salir, vio que la maleta del jardín no estaba…pronto volvería la
mujer.
La vida
tiene estas cosas, la policía se escabulle de atender estos conflictos internos
de pareja, existen comisarías de la mujer que están preparadas y fuertes en el
tema. Cuando la ley y la justicia no actúan a veces entra el hombre por mano
propia, en general amigo o familiar de la víctima. La mujer encontró pronto un trabajando cuidando enfermos, José volvió a
su apartamento anterior y así…la vida continúa.
Te saludo
visitante, en una semana habrá un nuevo relato “AMORES ROTOS” Te espero si
gustas…