Cierto rabino era adorado por su comunidad; a todos les encantaba lo que decía. Menos a Isaac, que no perdía ninguna oportunidad de contradecir las interpretaciones del rabino, y resaltar los puntos débiles de sus enseñanzas.
A los demás les irritaba la actitud de Isaac, pero no podían hacer nada. Un día, Isaac murió. Durante el entierro, la comunidad se dio cuenta de que el rabino estaba profundamente triste.
-¿Por qué tanta tristeza? –le preguntó alguien. – ¡Isaac siempre estaba poniendo en entredicho todo lo que usted decía!
-No estoy triste por mi amigo, que hoy está ya en el cielo, sino por mí mismo, -respondió el maestro.
Mientras todos me reverenciaban, él me desafiaba, y yo me veía obligado a superarme. Ahora que se fue, tengo miedo de dejar de crecer.
(Paulo Coelho)
Es bueno acostumbrarnos a tomar bien, tanto los halagos como las discrepancias, u observaciones provenientes de aquellos críticos constructivos, siendo que de ellas aprendemos y crecemos. Finalmente terminaremos agradeciendo a aquellos que tomamos un poco como maestros. Y aprender,… es bello. ¿No lo crees?
Te saludo, deja tu huella si pasas por aquí.
2 comentarios:
Las críticas constructivas siempre sirven para que mejoremos. Un abrazo Migue
Bienvenida Belkis, pienso igual que tú,aunque sabemos que mucha gente se irrita, porque su ego no acepta críticas, aún constructivas.
¡Abrazos!
Publicar un comentario