jueves, 8 de septiembre de 2011

Historia de un amor... que no pudo ser.

Diciembre había llegado, el calor era denso, pesado, Leonardo no lo pensó más, decidió huir de Buenos Aires, tomarse unas vacaciones, alejándose de tráfico, ruidos, obligaciones laborales. Una vez en la ruta en su Volkswagen, recorrió los cuatrocientos kilómetros que lo separaban, hasta llegar a Tandil, la ciudad de las sierras bajas, tierra fértil, con olores a campos verdes y aguas claras del lago. Luego se desvió, avanzó cien metros por un camino de tierra, divisando a Don Basilio, un viejo amigo de su padre aguardándolo en la vereda. Detuvo el auto, bajando rápidamente para fundirse en un abrazo con el búlgaro.- Que bueno que viniste Leo, hace dos años que no lo hacías. -Pasa, pasa, tengo preparado un guiso hecho con perdices que ayer mismo cacé .-Usted se ve muy bien Basilio, debe ser el aire de aquí. - Ya lo creo, aquí todo es mas calmo.- Mira la cara que traes cada vez que vienes, ojeroso, blanco, flaco, de aquí te vas con el color de la salud. -Tiene razón, la gran ciudad mata, parece que uno no puede dejar de correr, por suerte termino con la universidad el año próximo, tendré más tiempo para esparcimiento. Luego de degustar el exquisito estofado, acompañado por un buen vino, siguieron charlando y riendo, mientras se contaban mutuamente anécdotas e historias.

A las cuatro de la tarde Basilio, lo invitó a visitar a Natalia su vecina, que vivía a continuación de un gran lote de tierra que separaba ambas casas. Al llegar, está los recibió con alegría, conocía a Leo desde pequeño, cuando llegaba en compañía de sus padres. Leo comprobó la presencia de una joven de cabellos lacios y ojos verdes que lo miraba con atención. - Es mi hija, Mariana, afirmó Natalia, se recibió de Veterinaria en la universidad de Buenos Aires, volvió hace poco, por ahora está todo el día en casa. - Ah, si, dijo Leo, mientras daba un beso en la mejilla de Mariana, recuerdo cuando eras pequeña, jugábamos a las escondidas, debes tener veinte y cuatro años ahora. - Si, y tú veinte y tres, ¡Qué alto que estás! ¿Tienes novia? No, no, nada formal, solo amigas, no he tenido tiempo para buscar mi alma gemela, jajaja. Luego, juntos los cuatro, continuaron tomando unos mates con bizcochitos salados, mientras conversaban de todo un poco.

Los días siguientes transcurrieron entre caminatas por senderos recorriendo el lugar, más de una vez Leo y Mariana, fueron hasta el pié del cerro “La piedra movediza”, ascendiendo hasta lo más alto, desde allí veían la belleza de los alrededores. Cuando los sorprendía la noche, le resultaba hermoso ver las luces del centro, así como el cielo plagado de estrellas que en Buenos Aires centro, ni podía verlas por los edificios cercanos. Alguna noche fueron a cenar, otras a bailar con amigos y amigas de Mariana, Leo se integraba totalmente, eran todos jóvenes que se divertían sanamente. Habían pasado diez días ya, el “porteño” citadino, también le decían, había bronceado su cuerpo, por la exposición al sol, se veía completamente distinto al día que llegó. Había aprendido hasta a ordeñar sentado en un banquito, la vaca lechera que Basilio tenía, también degustaba frutas en almíbar, leche fresca recién ordeñada, quesos y yogur hechos en el lugar.

Mariana le pedía a su madre que hable con Basilio e intervinieran, porque Leo le había dado su amistad pero de amor no decía nada, y ella estaba locamente enamorada de él. Una tarde Basilio le dijo a Leo, sabes que te aprecio mucho, quisiera regalarte la fracción de tierra de al lado, podrías venir a vivir aquí, ir construyendo tu casa de a poco. Natalia y yo te ayudaremos, nos gustaría que formes pareja con Mariana, se ven muy lindos los dos. Leo se quedó sorprendido ante el ofrecimiento, tratando de elegir las palabras que no hieran la sensibilidad del búlgaro, le contestó. – Le agradezco infinitamente, pero no puedo aceptar, aquí no hay trabajo para desarrollar mi carrera, no quiero vivir haciendo lo que no me gusta, por otra parte a Mariana, la considero una amiga, no estoy enamorado de ella. –El amor es así, afirmó Basilio, se puede querer y no ser querido, pero el darte la tierra sigue en pié, avísame y te la transfiero cuando quieras. – Nuevamente gracias, tengo en cuenta su ofrecimiento amigo.

Dos noches después Leo se había quedado a dormir en una habitación en casa de Natalia, cerca de las dos de la madrugada escuchó la puerta abrirse lentamente. Era Mariana que en su fina enagua rosa entraba. ¿Qué haces aquí? Preguntó. - Es que mañana te irás, quiero dormir esta noche contigo, así conservaré un recuerdo feliz de ti. ¿Estás segura? Sabes que lo nuestro no tiene futuro, no estoy enamorado. – Lo sé, siempre has sido sincero conmigo, pero regálame esta noche, quiero guardarla en mi arcón de recuerdos. -Bueno, ven, le contestó, dejando que ella entre bajo las blancas sábanas. Sucedió lo que tenía que suceder entre dos vidas jóvenes pero adultos, sin compromisos. A la mañana siguiente parecía que los pájaros cantaban más alegres que nunca. Luego de desayunarse juntos, Basilio, Natalia, y Mariana lo despidieron. Leo subió a su auto emprendiendo el regreso hacia la maraña de su ciudad, pero llevaba un secreto guardado…que le hacía sonreír y cavilar.

Otra historia ha salido del horno como pan caliente. Disculpa, la escribí rápido, sin correcciones, una esofaguitis aguda me está dando paliza, es posible me aleje unos días del ordenador.¡¡ Hasta pronto!!

Deja tu comentario si pasas por aquí y gustas amigo visitante.

19 comentarios:

LaCuarent dijo...

Un secreto gustoso...
Buena historia
Te dejo besos

Anónimo dijo...

Yo creo que unas noches más como esa y Leo y Mariana ya no se separan...
Saludos!

Migue dijo...

Cuarent,
el llevaba un secreto gustoso,que también ella conservaba.Gracias por pasar por aquí.
Besos,amiga.

Migue dijo...

Cosillas,
Tú los has dicho, a veces este tipo de historias pueden continuar como capítulos de novelas,viendo que sucede,tal vez se unieran en la ciudad de uno de los dos.
Saludos con abrazos!

Midala dijo...

Milllll gracias por vuestrea preocupacion.Aun no puedo leeros,ahora peor que antes,pero si quiero pasarme a daros las gracias a cada uno de vosotros.Millllll gracias con el corazón,sois todos un amor

Migue dijo...

midala,
no te preocupes por nosotros, ocúpate de ponerte bien,amiga.
Abrazos de corazón!!

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

Muy buena historia,un placer visitarte,un abrazo.J.R.

Janeth dijo...

Migue, un verdadero placer leer tu historia realmente me conmovio, escribes muy lindo, llenas de paisajes maravillosos las escenas de tu relato, vengo agradecida por tu comentario en mi blog, vendre seguido a visitarte y seguir leyendo tus historias....cuidate y que te mejores pronto...

Migue dijo...

Jose Ramon, gracias por pasar por aquí,amigo.El placer también es mio al recibirte.
Un abrazo!

Migue dijo...

Janeth,
gracias por tu comentario,procuro hacer relatos no muy largos, pero a veces la ambientación lo requiere.Haré lo necesario para aliviar ese malestar y mejorar.
Te envío un abrazo,amiga!

Migue dijo...

Hola Cris, me alegro que te haya gustado,solo a ti lo diré jajaja.(Leo volvió años más tarde con su novia,encontrando que Mariana estaba casada y tenía un bebé de cuatro años)Ahora te queda otra intriga ¿Quién era el padre del niño?
Estaré mejor amiga. Besos

Belkis dijo...

Una historia de amor verdadero que no pide nada a cambio. Lástima que no es corespondido. Espero que te mejores pronto Migue.
Besitos

Migue dijo...

Belkis, es así amiga los amores están alborotados. Pero cada uno de los protagonistas es feliz ahora.Gracias, espero mejorar pronto, que paren las nanas que me han dado duro este año.
Besos

Carolina dijo...

Hola Migue, sin dudas Leo tiene ahora una linda aventura para recordar.
Besos y mejorate pronto.

Migue dijo...

Hola Carolina, Leo se lleva un recuerdo que no esperaba hallar cuando llegó.
Gracias Caro,besos.

Diana Profilio dijo...

El amor, el desamor, las sorpresas... ¡La vida misma!
A pesar que todos hacíamos fuerza por que "fueran felices y comieran perdices..." Sólo comieron perdices... (las que hizo en estofado don Basilio!)
MUY buena historia, Migue!!! Besos!!!

Migue dijo...

Diana,jajaja Se comieron las perdices del estofado de don Basilio.Y,bueno,fueron felices por separado,aunque no fuera juntos.En fin...Un gusto que te haya gustado la historia.
Gracias amiga,escritora y pintora de acrílicos sobre lienzos. Muy bueno todo lo que haces!!(incluyo leer lo que escribo jeje)
Besos!!!

Julio Dìaz-Escamilla dijo...

Como tantas veces en la vida, querer y no poder, y poder mas o querer. Muy generoso don Basilio, muy dadivosa la veterinaria.
Un abrazo y felicitaciones.

Migue dijo...

Hola Julio,cuando el maestro me visita me quito el sombrero.En realidad pienso eres un referente con creatividad,ingenio,talento, en el firmamento bloggero.¿Has visto que bonachón don Basilio? creo que hay muy pocos así ahora.Gracias por tu visita amigo.
¡Un fuerte abrazo!