Cuando ella subió, se cruzaron miradas, detuvo la vista en
él mientras tomaba asiento tres filas
más adelante y del lado de enfrente, era morena de ojos verdes, labios
carnosos, vestía una camisa blanca con un nudo al frente por debajo de unos senos que se veían generosos,
llevaba un jean ajustado negro, que le resaltaba las caderas. Tenía algo de
salvaje, provocativa. Una vez completos los asientos y con muchos jóvenes de pié, el chófer inició el
viaje, los cánticos resonaban en boca de todos, era pura efervescencia.
Él miraba por la
ventanilla, el sol comenzaba a asomar
entre las nubes, va a ser un día estupendo – Pensó. Pasó un cuarto de
hora, volcó su vista a la derecha, justo ella se había dado vuelta y lo observaba nuevamente, quitó su vista, pero rápidamente volvió la cabeza, esta
vez mantuvieron la miradas, había chispa en los ojos, complicidad, ya se habían
conectado, solo había que esperar. Cuando llegaron y descendieron, él se le acercó.
Hola, disculpa si te molesto- me llamo Nicolás,
dijo extendiendo su mano. -Ella sonrió – yo, Sol, - Encantada de conocerte, y
le dio un beso en la mejilla, quedando la mano de él en el aire. – No podías
haber tenido un nombre que te hiciera más justicia - ¡¡Deslumbras Sol!! -
Replicó. Se echaron a reír. A él sus dientes blancos le parecieron perlas.
¿Viniste sola? Así es,- contestó. También yo, en mi mochila tengo equipo de
mate y termo, ¿te parece que nos ubiquemos por aquí? Si, contestó, yo traje
pastel y bizcochos. Ella le tomó de la mano y comenzaron a caminar, se
detuvieron sobre el césped a la sombra de un árbol. A menos de veinte metros en
una pista de baile resonaba la música pop. Mientras conversaba y tomaban mate,
él le preguntó que edad tenía, 23 dijo ella, ¿y vos? 21 contestó. Era alto y
podía representar esa edad. Te daba 24 o 25 -
replicó ella. Si, si en general me dan más edad respondió Nico cruzando
los dedos a su espalda.
El atardecer los sorprendió en la pista de baile,
bailaban amarraditos, la mano de Sol en
su espalda lo apretaba sobre ella. Nico
descendió su mano por debajo de su cintura, atrayéndola hacia el. Mas tarde, separó
su rostro mirándola a los ojos, sus miradas lo decían todo, se dieron un beso
interminable, apasionado, mientras se movían
en la pista llena de gente. A las seis de la tarde, el micro emprendió el viaje de
regreso, ellos viajaron juntos, entre palabras, risas y besos. Cuando llegaron
a destino, se despidieron luego de que ella le pasase su número de celular.
Quedaron en encontrarse tres días más tarde, para profundizar más con esa
fiebre de sábado.
Eaaaaaa que la primavera hace estallar las hormonas…..
4 comentarios:
Me encanta soñar, creo que sin los sueños no sería yo.
Me encantó volver a leerte, hacía tiempo que no publicabas.
Un beso.
Sigue soñando amiga, que sería de nosotros sin ti jajaja.
Gracias, si, cuesta un poco cuando uno deja.
Un beso.
Hermoso relato, refrescante como la primavera!
un abraxo!
Marilyn, gracias amiga, ¿no te hace acordar de nuestras épocas de primavera? Juventud divino tesoro...
Abrazos.
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