SOLOS, EN ABANDONO - SE UNEN Y SOBREVIVEN.
Momentos: Espacio de tiempo en mi vida.
Transcurría un cálido abril de otoño, el que llevaba solo un mes de comenzado. Me encontraba viajando en Micro de larga distancia hacia la ciudad de Mar del Plata, en la Costa Atlántica. Recorría en compañía de mi padre, los 400 Kilómetros que nos separaban de nuestra casa en el Gran Buenos Aires, íbamos al departamento que mi hermano mayor acostumbraba a prestarnos fuera de la temporada alta.
Mientras “mi acompañante” dormitaba un poco, empecé a sonreír, ¿Porqué?--- Porque comencé a pensar en ellos --- ¿Estarían allí como siempre? ---con su ir y venir, con sus juegos --- siempre me alegra verlos, moviéndose en libertad. "Ellos", eran --- “Los perros de la Playa”.
Abandonados por sus dueños, sobreviven al post clima invernal. Acostumbran a tomar su porción de territorio en grupos de 3 ó 4, separados por unos 200 a 300 metros, respecto a otros grupos, de esa manera, evitan pelear entre sí. A la mañana siguiente de nuestra llegada, luego de desayunar fuimos a la playa, asenté el silloncito de papá en la arena, y mientras el tomaba asiento, luego de una respiración profunda de aire marítimo, comencé a buscarlos con la mirada. Hacia la izquierda, a unos 150 metros los vi, eran cuatro. Comenzaron a acercarse, tenían un líder de contextura algo más que mediana, pelaje corto de color marrón claro. Los otros tres, eran medianos, dos de color negro, y el último con manchas blancas y negras como el pointer pero robusto.
Todos eran de “raza perro”, mestizos, de lo contrario, no hubieran sido abandonados. Cuando el líder se paraba, o empezaba a avanzar los demás lo imitaban, como esperando la orden, caminaban, no en fila india, sino como una patrulla, los cuatro avanzaban separados por unos dos metros entre si. Cada tanto empezaban a correr, ladrando a veces a una gaviota que volaba bajo, otras sin ninguna causa por simple juego en el que también se revolcaban y saltaban arrimando sus patas delanteras, como hacen los niños en las luchas amistosas. Verlos me contagiaba su alegría, su espíritu de libertad, sonreía diciéndome que solo les faltaba reírse, aunque a su manera tal vez lo hacían.
Cuando estaban a corta distancia nuestra, les pegué un silbido, miraron, y se acercaron de inmediato. Estaba sentado en la arena, ellos venían en actitud amistosa, el primero en acercarse fue el líder, mientras le hablaba y acariciaba su cabeza, me alcanzó también el de las manchas blancas y negras. Antes de que pudiera evitarlo, me pegó un "lengüetazo en la frente", tuve que frenar tanta efusividad incorporándome. Los otros dos permanecían a unos cuatro metros, de pie, en actitud de espera. Se notaba que no eran tan sociables, cuando los veo así pienso que habrán sido maltratados, eso los hace desconfiados.
Los perros son fieles y agradecidos con quienes les muestran afecto, y les dan alimentos,característica que no se encuentra lamentablemente en todas las personas. Luego de los saludos, se echaron los cuatro en la arena alrededor nuestro. Habría pasado algo más de una hora desde que llegáramos, súbitamente comenzó a soplar una corriente fuerte de viento frío. Rápidamente, empecé a levantar campamento, cerrando los silloncitos playeros, me dispuse a regresar al departamento junto a mi padre. Ellos se pararon, a contracorriente de las ráfagas que levantaban su pelambre.
Mientras nos estábamos alejando volvi la cabeza y..... me sorprendieron, habían entrado al agua y yá estaban saliendo de ella, luego comenzaron a correr sin parar por la orilla del mar. ¿Se estarían despidiendo también? ---Bueno el que se esta despidiendo soy yo luego de comentarte este recuerdo. No se si a cualquiera le llamaría la atención, que hacen los perros en la playa. Debo ser un caso, te saludo.
1 comentario:
Si Miguel,yo tambien quiero a los perros tengo cuatro, es una pena que los abandonen, yo me hago responsable de ellos como si fueran de la familia. buen blog, un saludo.Diego
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